La rumiación sobre la soledad puede ser un factor clave en el desarrollo de depresión. Las terapias deberían enfocarse en modificar ese pensamiento negativo.
Pensar en la soledad refuerza la depresión
Una de cada cinco personas en España sufre soledad no deseada, y cerca del 70% lleva más de dos años sintiéndose sola, según el último informe del Observatorio SoledadES. Lo más preocupante no es solo el número de afectados, sino que pensar repetidamente en la propia soledad puede ser lo que desencadena la depresión.
Una soledad que afecta especialmente a los jóvenes
Los datos más recientes muestran una alta prevalencia entre los más jóvenes:
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34,6% de los jóvenes entre 18 y 24 años
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27,1% entre los 25 y los 34 años
Esto convierte a la soledad en un problema social urgente, según advierten especialistas como Elvira Lara y Joan Domènech, investigadores que han analizado sus efectos desde una perspectiva psicológica y social.
Soledad y depresión: una relación bidireccional
La soledad no solo puede ser una causa de depresión, sino también su consecuencia o síntoma. Elvira Lara explica que ambas se retroalimentan, dificultando el pronóstico cuando la situación se prolonga.
Soledad crónica: mayor riesgo
Domènech sostiene que la duración de la soledad es clave. Una soledad transitoria puede motivar cambios positivos, pero la soledad crónica no tiene esa función adaptativa y multiplica por cinco el riesgo de sufrir depresión.
Según un estudio del Rise Center de Sant Joan de Déu, cerca del 50% de los casos de soledad son crónicos.
La rumiación: un mecanismo que agrava el malestar
Un estudio publicado en Nature Mental Health revela que lo realmente peligroso no es solo sentirse solo, sino rumiar constantemente ese sentimiento.
“Pensar de forma repetitiva y negativa en la soledad refuerza el malestar emocional”, explica Tatia MC Lee, autora del estudio.
Soledad percibida: una cuestión subjetiva
No todas las personas solas se sienten solas. El estudio se centró en la soledad percibida, que surge cuando hay una brecha entre las relaciones deseadas y las reales.
Las personas que eligen estar solas no viven este sentimiento como un problema. En cambio, quienes no quieren estar solas y no logran salir de esa situación, experimentan emociones como frustración, tristeza o miedo, que alimentan la rumiación.
Pensamientos negativos que refuerzan el aislamiento
La rumiación actúa como un círculo vicioso:
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Refuerza interpretaciones negativas de las relaciones sociales
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Genera baja autoestima, desesperanza y aislamiento
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Alimenta creencias como “nada cambiará” o “no le importo a nadie”
Esto, según John Cacioppo, pionero en el estudio de la soledad, incrementa el riesgo de depresión y perpetúa el aislamiento.
Cómo abordar la soledad desde la terapia
Los expertos coinciden: no basta con fomentar la conexión social. Es necesario actuar sobre los pensamientos negativos, especialmente en personas que viven soledad crónica.
Redirigir la terapia hacia la mente
El estudio sugiere que las terapias deben centrarse en reducir la rumiación:
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Identificar y modificar pensamientos automáticos negativos
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Trabajar la desesperanza y el pesimismo
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Mejorar la autoimagen y la percepción del entorno social
“Cambiar la forma en la que interpretamos la soledad es clave para prevenir la depresión”, apunta Elvira Lara.
Intervenciones comunitarias, también necesarias
Joan Domènech añade que, junto al trabajo individual, es esencial abordar la soledad desde una perspectiva comunitaria. Mejorar el entorno urbano, la cohesión social y las condiciones socioeconómicas puede favorecer la creación de relaciones satisfactorias.
Según el proyecto Edad con salud del IRSJD, el bienestar emocional también depende de:
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Acceso a servicios públicos
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Diseño de entornos amigables
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Redes de apoyo vecinales y familiares