Conciencia vs. autoconciencia
La conciencia puede definirse como el estado en el que una persona está alerta y responde al entorno. Bajo esta definición, muchos animales también alternan entre estados de conciencia (como la vigilia) y falta de ella (como el sueño o el coma).
Sin embargo, cuando se habla de lo que hace únicos a los humanos, se hace referencia a algo más complejo: la autoconciencia. Esta implica reconocerse como individuo, tener memoria autobiográfica, capacidad de reflexión, sentido del yo, y la posibilidad de pensar sobre lo que pensamos.
¿Qué hace especial al cerebro humano?
La clave está en nuestra corteza cerebral. Los humanos tenemos una corteza más gruesa, con una densidad de neuronas muy alta, más conexiones internas y mayor cantidad de axones mielinizados, lo que mejora la velocidad y eficiencia en la transmisión de información.
Esta complejidad permite procesos únicos como el lenguaje simbólico, el razonamiento abstracto, la creatividad, la planificación y la metacognición.
¿Y otros animales?
Los grandes simios, como chimpancés y orangutanes, muestran comportamientos que apuntan a cierto grado de autoconciencia. Por ejemplo, han pasado la prueba del espejo, reconociéndose a sí mismos. Sin embargo, su desarrollo cognitivo es similar al de un niño de entre 2 y 3 años.
Por otro lado, ballenas y elefantes tienen cerebros muy grandes y complejas estructuras sociales. Aunque no tienen lenguaje como el nuestro, muestran formas de comunicación y cooperación avanzadas, que podrían apuntar a algún tipo de conciencia, aunque distinta a la humana.
La importancia del lenguaje
Una de las diferencias más significativas es el lenguaje. Este permite a los humanos nombrar emociones, pensamientos y experiencias, comunicarlos y reflexionar sobre ellos. La capacidad de construir narrativas internas es fundamental para el desarrollo del “yo” y la memoria autobiográfica.
Se debate si la autoconciencia puede existir sin lenguaje, pero en humanos, ambos parecen estar profundamente conectados.
Dos teorías enfrentadas sobre la conciencia
En la neurociencia actual, hay dos grandes teorías sobre cómo se genera la conciencia:
- Teoría del espacio de trabajo global: propone que la conciencia surge cuando cierta información es compartida por todo el cerebro, como si existiera un “espacio común” donde todos los procesos mentales acceden a los datos relevantes.
- Teoría de la información integrada: sugiere que la conciencia es el resultado de un sistema altamente integrado de procesamiento de información, que no puede ser dividido sin perder su esencia.
Ambas teorías son investigadas activamente y aún no hay una conclusión definitiva sobre cuál describe mejor lo que ocurre en nuestro cerebro.
¿Cómo se investiga la conciencia?
Los científicos también intentan medir el nivel de conciencia en personas que no pueden comunicarse, como aquellas en estado vegetativo. Para ello, se utilizan técnicas que analizan la actividad cerebral y buscan patrones compatibles con una conciencia activa.
Estas investigaciones no solo tienen aplicación clínica, sino que también ayudan a entender qué áreas cerebrales son fundamentales para generar conciencia.
Conclusión: ¿tenemos el monopolio de la autoconciencia?
La autoconciencia humana sigue siendo única por la combinación de nuestras capacidades cognitivas, el lenguaje complejo y la estructura del cerebro. Sin embargo, algunas especies muestran indicios de formas más básicas de conciencia.
Entender cómo se forma la conciencia no solo ayuda a definir lo que significa ser humano, sino que abre debates éticos sobre cómo tratamos a otras especies y cómo entender casos médicos complejos.
Como dijo el físico Emerson Pugh: “Si el cerebro humano fuera tan simple que pudiéramos entenderlo, nosotros seríamos tan simples que no lo entenderíamos”.